El proceso de evolución espiritual del hombre es
indetenible y avanza lenta e imperceptiblemente, pero de manera sostenida, y a
pesar de que pareciera que estuviéramos en un callejón sin salida. Son tiempos
de sufrimiento y de deshumanización abrumadora los actuales, producto de una
sociedad sin alma y de una ciencia que actúa sin conciencia.
Sin embargo, muchos han comenzado a caer en cuenta que
la ciencia, la tecnología y un nivel de vida más alto para algunos, no producen
necesariamente seres humanos más felices, ni hacen al mundo un lugar más
agradable. ¿Razones? Muchas, pero la más importante es la ausencia de lo divino
y lo esencial en el quehacer diario, es decir, la falta de Dios y de una vida
divina genuina en el pensamiento, el sentir y las acciones del hombre. La
consecuencia de esta reflexión genera como respuesta el nacimiento de un
emergente movimiento espiritual mundial, espontáneo y transparente, que ha
brotado de la luz interior de muchos hombres y mujeres, indistintamente del
credo que profesen, nacionalidades, raza y condición social a las que
pertenecen.
La Nueva Era representa el nacimiento de una nueva
conciencia, una especie de apertura mental de tolerancia, fraternidad,
reconciliación y una nueva manera de ver y de vivir la vida. La visión más
nítida a la idea de lo que es la Nueva Era, la tiene uno de los ideadores del
movimiento, David Spangler: "El nacimiento de una nueva conciencia y la
percepción de la vida cotidiana como algo sacramental, como una búsqueda
religiosa, intelectual, artística, afectiva y física de la experiencia sagrada
que debería latir en el corazón de la nueva cultura holística que comienza a
emerger y que habría de proporcionarnos un nuevo estilo de vida y una visión
diferente del universo".
La Nueva Era es un movimiento de crecimiento natural
interior del hombre, producto del proceso de evolución espiritual que jamás se
detiene, como ya se señaló. Carece de jerarquía, de dirigencia, de sumos
sacerdotes, organización, etc., y lo que es más importante, de dogmas de fe. No
se trata de una nueva religión que viene a sustituir a las viejas, sino el
desiderátum de todas las religiones, con un objetivo claro: el fomento de la
fraternidad universal fundamentada en que todos los seres vivos y el cosmos
entero son criaturas de Dios, por lo que no puede haber en el proceso del vivir
nada diferente a unión y solidaridad entre los hombres, bajo una única
consigna: la del amor por todos y para con todos.
En el núcleo del pensamiento de la Nueva Era reside la
idea de que los seres humanos poseen muchos niveles de conciencia dentro de los
cuales podemos perfectamente trabajar, sin quedar reducidos exclusivamente al
nivel más inferior de todos, como es la vida material con sus apegos,
confrontaciones, egoísmos, sectarismos, odio y violencia, temores y
ansiedades.
La Nueva Era constituye una cultura emergente que
enseña al hombre a conocerse a sí mismo como hijo de Dios que es. Promueve esta
idea la unión fraternal de todos los hombres, así como también el cultivo del
amor por la naturaleza y hacia todas las criaturas vivientes, además de la
práctica de los valores humanos y del bien, que conducen indefectiblemente a
las correctas relaciones humanas. En otras palabras, las enseñanzas verdaderas
de Jesús de Nazaret.
El New Age, podado de algunos excesos y desviaciones
producto de la mercantilización de estos tiempos, unificará todos los aspectos
de la única verdad, admitiendo en su seno un sano sincretismo religioso. Este
tendrá que ver con la promoción de la salud, la dieta, medicina natural, la
práctica del yoga y la meditación, la creencia en la reencarnación como una
verdad absoluta que los cultos oficiales deliberadamente ocultaron a los
fieles, bajo un único credo: La Religión Universal del Amor y la Buena
Voluntad. ¿Qué representa esto? Nada menos que el camino de la cristificación
del hombre, quien se moverá con un nuevo grado de ampliación de
conciencia.
La apertura mental y conciencial de la Nueva Era conducirá
a la autorrealización espiritual, estando el hombre consciente de que como hijo
de Dios que es, debe siempre actuar como un ser divino en su trato con los
demás. Es lo que Pablo el apóstol quería significar cuando señalaba que era
necesario crucificar al hombre viejo que llevamos dentro, para darle nacimiento
al hombre nuevo.
Lamentablemente, tal como ocurre en todo, el
movimiento de la Nueva Era ha sido penetrado por intereses materialistas y por
ello existen en su seno charlatanes y aprovechadores que comercializan
productos para la supuesta transformación del hombre, la curación de las
enfermedades, la buena estrella, etc. Esas cosas nada tienen que ver con la
Nueva Era. El New Age no desdibuja para nada a Dios ni a Jesús; mucho menos
desecha las enseñanzas espirituales que los grandes maestros han traído a la
humanidad; todo lo contrario, las reafirman, afianzan y remarcan hondamente en
el corazón de cada hombre, puesto que su filosofía básica no es otra que la
práctica del amor incondicional y el bien hacia todo y todos.
Esta meta de la autorrealización del hombre y su
cristificación, será alcanzada sin la intermediación de ninguna de las
organizaciones religiosas existentes, las cuales volverán a ser lo que en el
principio fueron: simples sitios o asambleas de fieles en donde la gente se
reúna para orar. Como se puede apreciar, esta última idea no es agradable a los
hombres religiosos sectarios y por ello atacan acérrimamente a los movimientos
de la Nueva Era, por constituirse en una grave amenaza a la pretensión
autoritaria y el control que se adjudican las organizaciones religiosas sobre
las almas de los hombres y su salvación
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