Si prosigue la judicialización contra la pedofilia y el abuso de menores por los curas católicos que ocasionen rigurosos fallos de la justicia, en los púlpitos arreciarán las severas arengas.
Eduardo Pérsico | Para Kaos en la Red
Cualquier circunstancia puede recordarnos que muchas representaciones provienen de muy lejos y sin agudizar una gran imaginación, vemos que con variado atuendo hoy actúan los intérpretes de la pasada historia igual que si ofrecieran un estreno. Jefes de la manada, figurones y majestades que ‘por llegar del cielo’, se hicieron reyes, rabinos, ayatolas y papas del infinito desconocido, retornan y reciclan casi naturalmente.
Esa grandiosa picardía del Poder que ante un pensamiento racional no podría perpetuarse, hace que estos personajes persistan con estrafalarios bonetes y disfraces de bendecir las imaginaciones y temores del gentío, ataviados a la usanza que ni ellos podrían explicar. Estos virtuales actores que se lucen parloteando sin pausa los misterios de un dios superior que pronto ordenará debidamente los reinados, - una promesa reiterada como si nada- se erigen en tribunos inagotables del ‘orden natural y divino’; un concepto temerario, digamos científicamente, y testigo que para la mayoría de los religiosos el tiempo transcurrió sin ninguna noticia; un relojero y absurdo transcurso de las horas en el pensamiento de la humanidad.
Igualmente acontecieron y disfrutamos hechos irrebatibles en el planeta a pesar que siempre y antes de Galileo, estos mismos bribones fueron impiadosos con la ciencia y la justicia oscureciendo cualquier novedad que no los favoreciera. Por decir, advirtieron que ubicar al Sol como centro del sistema planetario destronaría a la Tierra, y eso de convertirla en un cuerpo celeste más expresaba un ataque contra el bien de dios que desprecian los herejes, más otras locuciones de la teología medieval.
Con esta gente y otros comediantes tenaces en sostener pícaros y sagaces discursos desde cualquier púlpito, hoy el Vaticano se animó a exigir inmunidad jurídica con más otras prerrogativas para sus ‘servidores de la Fé’; sin excluir del privilegio a los mismos tipos que entre misas y oraciones violan a los alumnos del seminario o ejercitan su pedofilia por los rincones como un acto del sacerdocio.
Y por ser tan grave y nauseabunda esta cuestión eclesial, además de las sanciones monetarias recibidas por hechos delictuosos en Irlanda y Bélgica, en la justicia de California, Estados Unidos, por ciertos hechos de abusos y violación se sustanciaron denuncias contra la misma Santa Sede como institución. Algo jurídicamente amparado por la Corte Suprema norteamericana que no aceptó el pedido de inmunidad solicitado por el Vaticano en un probado caso de pedofilia en ese país, y en el cual consta que "el Vaticano estaba advertido de la perversión del religioso pero el Papa y la Congregación para la Doctrina de la Fe no removieron al cura pedófilo".
Un corporativo y amistoso desliz papal que derivó en algo muy preocupante para los catolicismos locales en cada país, donde las perversiones son ya institucionales para los innumerables sacerdotes que por formación y condición tienen muy confusa su condición sexual como personas. Y digamos, la cerril oposición que la iglesia católica despliega al uso del condón, la unión entre personas del mismo sexo, el divorcio y otras expresiones de una sociedad contemporánea más libre, nos advierten sobre las manifiestas represiones sexuales de los religiosos que con sus perversiones y dualidades éticas fueron despoblando los templos hasta en la misma América Latina.
Un serio baluarte del catolicismo durante siglos donde también y más cerca en los almanaques y calendarios, abundaron las impunes jerarquías complicadas en la desaparición de personas y cientos de apropiaciones también ilegales de niños, más otros servicios conjuntos con los militares que asolaron estos pagos. Con certeza, si prosigue la judicialización contra la pedofilia y el abuso de menores por los curas católicos que ocasionen rigurosos fallos de la justicia, en los púlpitos arreciarán las severas arengas. ‘Nuestras más hondas tradiciones peligran y perder el reino de los cielos nos devolverá a la penumbra del castigo sin retorno’, hemos leído con más un desprecio a los infieles jueces y demás discutidores de dios con una justicia terrenal que ellos no comparten. Y bueno…
Estos farsantes del poder extraterreno del más allá, por estilo casi no acusan la descalificación y enfrentar hoy a los insensibles bárbaros ajenos al hombre a imagen y semejanza de dios, -eso que al parecer sólo ellos bien conocen- les insumiría muchísimo trabajo. Así seguirán pontificando sin agregar, eso sí, ni un párrafo verdaderamente comprometido y opuesto a la injusta y brutal implementación de la economía; esta misma que rige realidad siniestra a casi toda la humanidad.
Si cada cinco segundos se muere de hambre un niño en el mundo y no comemos todos, este viaje es sin retorno por más dioses que nos acompañen. Menos aún cuando sus ‘enviados del cielo’ corregirán a los pecadores incrementando las penurias en el infierno. Y una vez al menos dejen de joder con reiterar zonceras infernales que Los que Mandan en el mundo verdadero de la economía y sus adyacencias, no se inquietan por discursos comunes o celestiales. (julio 2010) Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.
Esa grandiosa picardía del Poder que ante un pensamiento racional no podría perpetuarse, hace que estos personajes persistan con estrafalarios bonetes y disfraces de bendecir las imaginaciones y temores del gentío, ataviados a la usanza que ni ellos podrían explicar. Estos virtuales actores que se lucen parloteando sin pausa los misterios de un dios superior que pronto ordenará debidamente los reinados, - una promesa reiterada como si nada- se erigen en tribunos inagotables del ‘orden natural y divino’; un concepto temerario, digamos científicamente, y testigo que para la mayoría de los religiosos el tiempo transcurrió sin ninguna noticia; un relojero y absurdo transcurso de las horas en el pensamiento de la humanidad.
Igualmente acontecieron y disfrutamos hechos irrebatibles en el planeta a pesar que siempre y antes de Galileo, estos mismos bribones fueron impiadosos con la ciencia y la justicia oscureciendo cualquier novedad que no los favoreciera. Por decir, advirtieron que ubicar al Sol como centro del sistema planetario destronaría a la Tierra, y eso de convertirla en un cuerpo celeste más expresaba un ataque contra el bien de dios que desprecian los herejes, más otras locuciones de la teología medieval.
Con esta gente y otros comediantes tenaces en sostener pícaros y sagaces discursos desde cualquier púlpito, hoy el Vaticano se animó a exigir inmunidad jurídica con más otras prerrogativas para sus ‘servidores de la Fé’; sin excluir del privilegio a los mismos tipos que entre misas y oraciones violan a los alumnos del seminario o ejercitan su pedofilia por los rincones como un acto del sacerdocio.