Querida María.- Aunque en estos momentos estoy relativamente bien, la enfermedad que padezco es muy grave y para esta eventualidad creo conveniente darte algunas instrucciones, no dudando que queriéndome como me quieres y conociendo mis invariables ideas y arraigadas convicciones las seguirás al pie de la letra:
1º.- Si mi enfermedad fuese contagiosa, mándame a una sala especial del Hospital Militar, pagando naturalmente los médicos y medicinas que se necesiten. Me he fijado en ese hospital por ser enteramente laico y no dudo que el Gobierno me admita en el, por que si bien es cierto que no tengo la honra de pertenecer al ejército, siempre he sido considerado por los soldados y la mayor parte de los jefes y oficiales son mis amigos. Además tengo la satisfacción de haber procurado auxiliar siempre que he podido a sus viudas e hijos de los veteranos cuando han ocurrido a mí.
2º.- Si el mal que padezco no fuese contagioso, podrás curarme en mi casa, no permitiendo que entre a mi recámara ni en calidad de amigos Frailes ni Ministros de ninguna Secta Religiosa, ni que se hagan, por mis parientes, demostraciones religiosas de ningún género como rezos, etc., etc.
3º.- Si mis males se agravaren no permitas que bajo ningún pretexto se acerquen a mi, personas que creyendo de buena fé, tal vez traten de hacerme confesar o retractar de mis ideas netamente liberales y de libre pensador.
4º.- En caso de muerte reúne a mis parientes hombres, para que en unión del Presidente de la Sociedad Mutualista “Obreros Libres”, de la que soy miembro honorario, arreglen mi entierro, suplicándoles que se respeten las siguientes disposiciones:
- A.- Que mi cadáver sea envuelto en mi zarape tricolor y puesto en una caja de madera corriente sin cubierta de seda ni adorno de ninguna clase, colocando sobre la tapa una placa con mi nombre, igual a tu prendedor de acero que tiene el gorro frigio.
B.- Las esquelas que repartas han de ser en papel blanco y en esta forma: Tengo la pena de anunciar a Ud., que hoy (aquí la hora) murió mi esposo Sr. Benito Juárez, México, etc., etc.
C.- No quiero que se invite para mis funerales a nadie, dejando a mis amigos en libertad de concurrir o nó a ellos, si leen un párrafo que se hará publicar en alguno de los periódicos de la capital.
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- D.- El carro fúnebre que se alquile será el que se usa para las personas más pobres, sin atributo religioso de ningún género, poniendo a disposición de las personas que quieran asistir al entierro los vagones que fueren necesarios para conducirlas al panteón.
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- E.- Mi cadáver será depositado en una fosa del panteón francés mientras puedas arreglar que sea conducido a Gelatao para que allí sea definitivamente sepultado en una de las rocasmas grandes del terreno que me regalaron los habitantes de ese histórico lugar frente a la estatua de mi padre.
Por último declaro que es mi voluntad que tu seas mi heredera universal y única albacea. En consecuencia, todos mis muebles, alhajas, ropa, etc., y en general todo lo que tengo, te pertenece a ti única y exclusivamente, suplicándote únicamente que regales mi biblioteca al Instituto Literario de Oaxaca y que vendas mis armas, monturas, bastones y chácharas que no te sirvan para que con su producto puedas ayudarte en tus gastos.
México, agosto 8 de 1899.
Benito Juárez M. (Rúbricas)
Un sello ovalado:
BENITO JUAREZ.
8-agosto-99.
MEXICO.
p.s. Delaro que este es el único testamento que dejo
en borrador, por no tener tiempo para ponerlo en
limpio.
Benito Juárez (Rúbricas)
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