lunes, 23 de mayo de 2011

PARTE DE LA BATALLA DEL 22 DE JUNIO DE 1911, QUE PRESENTA El CORONEL CELSO VEGA A LA SECRETARIA DE GUERRA Y MARINA

En estas líneas, aunque solo mencionan la palabra enemigo, no es otro que ciudadanos estadounidenses que quisieran vernos convertidos en lacayos de su sistema. Pero mientras existan hombres y mujeres de la talla de este hecho histórico; ciudadanos que aman a México, vamos a dar la pelea. 



Como lo prometí en mi telegrama del 22 de junio de los corrientes, tengo la honra de rendir a Ud. Parte detallado del hecho de armas que tuvo lugar entre las tropas de mi mando y los FILIBUSTEROS que ocupaban esta plaza.- Después de cinco días de marcha llegué el día 22 de este mes, con la columna que es a mis órdenes, como a diez kilómetros al sur de Tijuana; y habiendo tenido noticias de que el enemigo en número de más de trescientos hombres, se aprestaba a estorbarme el paso, dispuse que mis tropas marcharan en formación de combate y listos para entrar en él a la primera orden.

En efecto a corta distancia del rancho de Agua Caliente, el enemigo, que se encontraba posesionado de un bosque, de unas casas y de la falda del cerro de poca elevación, todo situado sobre el flanco derecho de mi columna, rompió sobre esta sus fuegos, los cuales fueron contestados por mis tropas de vanguardia.

Violentamente hice mis preparativos de ataque, y ordené que el Teniente Coronel del 8º Batallón, Juan  N. Vázquez con una fracción de tropas del mismo cuerpo y cincuenta voluntarios a las órdenes de su Comandante Martín Mendoza, se arrojara sobre el bosque, casas y cerro ocupados por el enemigo, protegiendo el avance de aquel jefe con el fuego de las dos ametralladoras que traigo agregadas a mi columna; el resto está compuesto de noventa y nueve hombres de la Compañía Fija de este Distrito, a las órdenes del Capitán 1º Juan Lojero, una fracción del 8º Batallón al mando del de igual empleo Justino Mendieta, sesenta voluntarios con el Comandante Julio Nuñez más la sección de ametralladoras a las órdenes del Teniente Andres Zarzoza Verástegui, marchó de frente a mis inmediatas órdenes, observando el ataque emprendido por el teniente Coronel Vázquez y batiendo con energía  al enemigo.
Este al verse amenazado por su frente y por  flanco izquierdo, comenzó a abandonar las casas y el bosque, ganando la subida del cerro; pero como el teniente Coronel Vázquez, a su vez y a paso veloz logró encubrir el citado cerro al mismo tiempo que lo hacia el enemigo, trabó con él en la cumbre un reñido combate, haciendo retroceder al enemigo en dirección del puente de ferrocarril de San Diego Arizona, que está muy inmediato al referido cerro. 


Cerca del citado puente se encontraba un tren de dicho ferrocarril, compuesto de una locomotora y varias plataformas; y como observara que muchos de los filibusteros  arrojados del cerro por el teniente coronel Vázquez, subían a las plataformas, dispuse que las ametralladoras avanzaran hacia un lugar conveniente, con su respectivo sostén, y colocándose en batería, rompió el fuego sobre el enemigo que ocupaba el tren, el cual retrocedió a toda máquina hasta la  línea internacional que dista del puente aludido como un kilómetro. 


Entre tanto el teniente coronel Vázquez continuaba batiendo en el cerro a los filibusteros, hasta que logro desalojarlos de sus últimas posiciones haciéndolos huir en precipitada fuga cruzando la línea divisoria en donde los ya citados filibusteros se entregaron como prisioneros a las tropas americanas situadas en la frontera.

La circunstancia de que este hecho de armas se verificara a tan corta distancia de la vecina población de Tijuana, California, impidió en cierto modo que castigo de éstos aventureros hubiera sido más fuerte, pues tuve que ordenar que cesara el fuego, cuando consideré que los proyectiles de nuestros soldados fueran a causar algún daño a las tropas americanas y a la multitud de personas que desde territorio americano presenciaban el combate. 

Terminado este, en  la forma que dejo expresada, y cuya duración fue de tres horas y media, puesto que principió a las diez de la mañana y terminó a la una y media de la tarde del expresado día 22 del actual, mandé reunir mis tropas y practicar un ligero reconocimiento del campo, en el que se encontraron 31 muertos del enemigo y muchas huellas de sangre de los heridos que se llevó al lado americano el mismo enemigo; por parte de nuestras tropas hay que lamentar la muerte de tres soldados y heridos un Oficial y seis de tropa, habiéndose recogido 22 armas de fuego de diferentes sistemas y calibres y algunos cartuchos de guerra.

Una vez reunidas las tropas, recogidos los heridos y enterrados los muertos, organicé nuevamente mi columna y con ella continué la marcha hacia Tijuana, cuya Plaza ocupé a las cinco de la tarde del propio día 22 de los corrientes. 


Con el presente Parte, tengo la honra de remitir a esa Superioridad, los documentos siguientes: Un estado de la fuerza que concurrió al combate, una relación de Jefes y Oficiales, una de los individuos muertos, una de los heridos y la última que manifiesta las municiones consumidas.

También me permito expresar a Ud. que inmediatamente que ocupé esta plaza, me ocupé de reconocer todas las casas y establecimientos comerciales, así como las Oficinas de Gobierno y encontré: Incendiadas la Plaza de toros, una casa particular y el templo antiguo católico, saqueados y destruidos sus  muebles, todas las casas particulares, así como todos los establecimientos comerciales, de los que se robaron todas las mercancías sin dejar absolutamente nada, habiendo destruido además puertas, armazones, aparadores, etc., etc.,

Haciendo incontables destrozos en todas ellas. Los archivos, muebles y demás de las Oficinas Públicas fueron quemados aquellos y destruidos estos; y en fin, todas estas familias han quedado en la más completa miseria, pues tuvieron  que emigrar a territorio americano, para no ser víctimas de atropellos y vejaciones incalificables, así como de los instintos brutales de estas hordas de bandidos, ladrones, incendiarios y plagiarios. 


Para concluir me permitirá usted, señor, que me tome la libertad de manifestarle, que todos los Jefes Oficiales y Tropa de mi mando, cumplieron bizarramente sus deberes, distinguiéndose principalmente el señor  Teniente Coronel Juan N. Vázquez del 8º Batallón, quien combatió con energía, actividad y celo al grupo mayor del enemigo y también se distinguieron por su valor el subteniente del mismo Batallón Alfonso Velasco, que resultó herido en el combate. 

A dicho jefe y oficial de referencia, me permito recomendarlo especialmente a la consideración del superior Gobierno así como a los Capitanes primeros Juan Lojero, de la Compañía Fija y Justino Mendieta del 8º Batallón, quienes se esforzaron por alcanzar el triunfo de las Armas Nacionales. 


Tengo el honor, mi general, de hacer a Ud. presentes mi subordinación  y mi respeto. 


Sufragio Efectivo. No Reelección. Tijuana, B. Cal., Junio 26 de 1911.- El Coronel Celso Vega.- Rúbrica.- Al General Jefe de la Primera Zona Militar.- Torín Sonora.

Es copia del original.- México 28 de Julio de 1911.

El General Brigadier, Jefe Interino del Departamento.

Eduardo Paz. Rúbrica.- Confrontando.-

El Coronel Oficial 1º F. Manterola.Rúbrica.