martes, 17 de marzo de 2009

Intervencionismo impune; Lo que no entienden nuestros queridos funcionarios mayores del Vaticano, ya que representan a ese estado nacional, es que el

Por Esteban Martínez Díaz
Dossier.- Como buen católico, cada domingo asisto a misa en la iglesia de mi comunidad. La celebración pasada fue todo un acontecimiento, aún cuando no extraño, si previsible, dado que el clero político, en su prensa de la arquidiócesis capitalina, arremetió en contra del Partido Revolucionario Institucional y del Partido de la Revolución Democrática, pidiendo a los fieles que no votaran a su favor, incluyendo la misma solicitud para los partidos chicos, por considerar que se niegan a aprobar leyes de Calderón, mediante las cuales se pretende combatir a la delincuencia organizada y al narcotráfico.
En los observadores de los asuntos políticos y eclesiástico, no cayó de sorpresa esta forma de proceder de las autoridades de la Iglesia que dirige Norberto Rivera Carrera, liberado en Estados Unidos, recientemente, de la acusación de protector de pederastas, cuyas víctimas eran precisamente seminaristas.
Muchos de ellos ahora sacerdotes, que figuraron entre las víctimas del padre Maciel, fundador de Los Legionarios de Cristo, una de las corporaciones religiosas más poderosas en el mundo, que tuvo que ser detenida en su ambición de poder por el Papa Benedicto XVI, al ordenar la suspensión del magisterio de su líder, aceptando que había llevado una doble vida, procreando varios hijos, además de los abusos con los jóvenes seminaristas conciliares dedicados al estudio del sacerdocio, y el ejercicio de sus funciones ministeriales.
Es claro que esta intromisión del clero político en los asuntos electorales, es una violación a las leyes que regulan la actuación en la vida pública de los sacerdotes y la propia institución religiosa, que forman parte de la Constitución General de la República, a la que, en diversa épocas, hasta por medio de las armas, se han opuesto, cuya vigencia tiene su razón de ser, si nos ponemos a analizar la forma en que la clerecía ha intervenido, con nefastos resultados, en la vida del país.
Usada como instrumento de dominación desde la conquista de México, durante 300 años tuvo a su cargo la educación y evangelización de los indígenas nativos de los territorios dominados por los españoles, rigiendo la vida de los naturales americanos en condiciones de sumisión e ignorancia, de tal manera que fueran material dúctil en la explotación del continente trasladando sus riquezas a la metrópoli de la península ibérica.
El imperio español encargó a la Iglesia de la educación de los aborígenes de las Indias, las nuevas tierras conquistadas. Tres siglos después, al consumarse la Independencia, la casi totalidad de los esclavos naturales de nuestra patria, no sabían leer ni escribir.
Pero, también, está la otra historia. Es la historia del clero pobre, humilde marginado, formador de la conciencia de libertad de los nativos, que llevaron los aires de rebeldía y de sacrificio por la consecución de la independencia, cuyas ideas y valores engendraron hombres y mujeres libres, resueltos, que los hizo luchar con su propia vida por el nacimiento de un país propio, de libertades y de leyes, que heredaron otros civiles, laicos, de aquellos curas revolucionarios, que vinieron a enseñar, a adoctrinar a los esclavos del colonialismo tricentenario, para imbuirles lo que es amor de patria.
Hidalgo, Morelos, Matamoros y los demás sacerdotes de los pueblos, aldeas, rancherías, levantaron no tan sólo las armas y la violencia legitima de un pueblo sometido, sino que vinieron a enseñar el verdadero amor de Dios a los indios dueños de estas tierras, mediante la instrucción, el trabajo, la convivencia pacífica y el amor a los demás. Vasco de Quiroga, Francisco Eusebio Kino, Bartolomé de las Casas, y tantos otros que se han prolongado en verdaderos servidores de la fe de sus feligreses. Trabajan intensamente en su ministerio por el bienestar colectivo, dando ejemplo de lo que deber la verdadera vocación religiosa y de servicio.
Gentes que, indudablemente, fueron practicantes de la religión católica, pero que entendieron que la verdadera libertad de los mexicanos, consistía en separar a la Iglesia del Estado, ya que semejante condición estaba depositando el poder civil en una iglesia política, poderosa y riquísima, dueña del país, que jamás entendería que la religión es libertad y que la libertad es felicidad y ventura de los desposeídos de sus bienes y de sus fortunas.
Es precisamente en este puente largo en que fue aprovechada la fiesta nacional que conmemora el nacimiento de Benito Juárez y es descanso obligatorio para todos habitantes de este país, cuando aprovecha el clero político para adoptar una actitud partidista en la política nacional, a escasos tres meses y medio de las elecciones federales intermedias, dejando claro que sus intereses están del lado del Partido Acción Nacional, a cuyo auxilio ha acudido Germán Martínez, ante la evidencia de que el fin de su mando se acerca y que el poder presidencial está a punto de cambiar de manos, cumpliendo así lo que se están previendo como resultados irrefutables en las elecciones federales próximas y en las que habrán de venir tres años después.
Lo que no entienden nuestros queridos funcionarios mayores del Vaticano, ya que representan a ese estado nacional, es que el Indio de Guelatao, el mexicano de más grandeza con posterioridad a la Independencia, autor de las Leyes de Reforma, encargado de recuperar los bienes que la Iglesia política tenía en su poder y de aplicar las nuevas legislaciones liberales, era católico, fue seminarista, camino que abandonó para tomar la carrera del Derecho y de la política, lo que habría de modificar el destino de nuestro país.
Juárez nació en 1806, todavía bajo el dominio del imperio español. Fue testigo de la lucha por la independencia en su juventud y madurez ciudadana, contempló dolorosamente como el país era seccionado por la mitad como consecuencia de la guerra de 1847 contra Estados Unidos. Ya era diputado federal en ese tiempo, por el que pudo observar de cerca cuando la Iglesia se negó a otorgar un préstamo al gobierno para defenderse de Estados Unidos. Fue desde ahí –es la creencia de este escribidor— cuando el Benemérito de las Américas reafirmó sus convicciones liberales y se prometió como necesaria e indispensable la eliminación de los eclesiásticos en los asuntos de gobierno. Se había perdido medio territorio por la conducta de una iglesia sin patria.
En la actualidad, la Iglesia sigue con sus pecados y no de los humanos que son del conocimiento de la opinión pública. Sigue con sus errores políticos y uno de ellos, de los mas graves de este tiempo, ha sido su alianza sellada con el Partido Acción Nacional para ganar elecciones, por lo que los púlpitos –me consta por cierto— se han convertido en verdaderas tribunas en el que se pide el voto a favor del azul evangelizado en el nombre de Dios, cuya imparcialidad ha sido legendaria como consta en sus enseñanzas y en sus prédicas. Dios está, únicamente, con los buenos de corazón y puros del alma...
Dirección electrónica: esteban.emartinez@gmail.com México, D. F., Marzo 17 del 2009.
M.˙. M.˙. Felipe Velásquez S. 1er.˙. Vig.˙. Estado 29BC Numero 39. Oriente de Rosarito; M.˙. R.˙. G.˙. de Estado, Baja California, la Autentica.