martes, 9 de marzo de 2010

Los Nuevos Cristeros; No aprendió de la historia el Pueblo Mexicano


Los nuevos cristeros; el pueblo no aprendió de la historia de México.
Salvador Frausto Crotte, El Universal.-  “¡Viva Cristo Rey!”, proclamaba la multitud en la marcha anti-aborto de Celaya. Y este mismo grito, que distinguió a los cristeros de los años 20, resonó también en las manifestaciones de León, Guadalajara, Tampico, Toluca, Veracruz... Es la voz creciente de los nuevos cristeros.
Tras la despenalización del aborto en el Distrito Federal (abril 2007) los militantes de los grupos de católicos radicales han ido saliendo a las calles de las principales ciudades del país para empujar el súmmum de la agenda del conservadurismo mexicano: no a las uniones gay, no al condón, no a los anticonceptivos, no a la píldora del día siguiente, no al divorcio exprés, no a la eutanasia y, por supuesto, no al aborto.
Muchos de estos activistas son jóvenes. “En México hay un millón de católicos practicantes menores de 25 años”, dice el padre Pedro Agustín Rivera Díaz, comandante en jefe de Alianza Mexicana por la Vida, una asociación civil integrada por más de 100 grupos vinculados a la Iglesia católica. Estos “nuevos cristeros”, como les llama Édgar González Ruiz, estudioso de los movimientos derechistas, “quieren incidir en las legislaciones de los estados luego de que se dieron cuenta de que en la capital del país les será difícil revertir las leyes de corte progresista”.
Sucede que los líderes religiosos están reclutando jóvenes en las escuelas católicas. Primero los convencen de integrarse a grupos parroquiales o civiles donde los proveen de formación acorde a la doctrina social cristiana; luego los invitan a campamentos; más tarde a misiones evangelizadoras, y posteriormente los llaman a participar en marchas “a favor de la vida” o a manifestaciones “contra los matrimonios entre homosexuales”. Al cabo, muchos de ellos son enrolados por grupos extremistas de carácter reservado, como el Yunque o los Tecos, o invitados a participar en asociaciones semi-públicas, como los Escuderos de Colón.
Un soldado de Dios Cierta noche de otoño de 2007, Juan Pablo Reyes, entonces de 18 años, acudió a la Antigua Basílica de Guadalupe, a una misa en honor de Agustín de Iturbide, emperador de México entre 1821 y 1823. Su papá le había dicho que los sinarquistas, el movimiento católico contrarrevolucionario de finales de los años 30, convocaron a la celebración.
Al terminar la misa, Juan Pablo se acercó al padre Pedro Agustín Rivera, rector del templo guadalupano al que acudió Iturbide para refrendar su fe católica una vez consumada la Independencia; le dijo que estudiaba periodismo y el sacerdote lo invitó a integrarse a Comunicación con Criterio, grupo juvenil que edita Criterio, revista con tiraje de 5 mil ejemplares que se distribuyen en parroquias de la ciudad de México.
Meses más tarde, luego de una llamada telefónica del prelado, Juan Pablo se decidió a formar parte de ese grupo, cuya encomienda es difundir entre los jóvenes la doctrina social cristiana. Su obstinada oposición al aborto lo movió a integrarse de lleno al activismo católico y ahora dedica una parte de su tiempo a distribuir volantes, pegar calcomanías, participar en marchas, acudir a conferencias y a escribir en Criterio. También conduce un programa de radio en internet y se siente parte de una cruzada “a favor de la vida”, que intenta convencer a “los otros” de que “el aborto es un crimen”.
Juan Pablo, al igual que cientos de jóvenes de su edad, participará del 14 al 18 de enero en el VI Encuentro Mundial de las Familias, organizado por el Vaticano y donde se difunde el pensamiento social de la Iglesia católica. El grito cristero, a las calles Consumada la despenalización del aborto en el DF, hace menos de dos años, mediante una reforma legal, los jerarcas católicos lanzaron una intensa campaña para evitar que otros estados siguieran este ejemplo; concentran sus esfuerzos en promover leyes locales que protejan “el derecho del concebido”.
“El tema de la defensa de la vida ha creado una conciencia en el creyente. En una democracia no se puede discriminar a nadie, ni por su religión ni por nada, y los católicos, al ser parte mayoritaria de la sociedad mexicana, tenemos derecho a que nuestras creencias estén contempladas en las leyes”, afirma el padre Rivera Díaz, quien además es capellán-consejero de los Caballeros de Colón, que tiene 50 mil miembros en México.
Este renovado esfuerzo para combatir legislaciones progresistas en materia de aborto ha rendido frutos. Entre abril de 2007 y diciembre de 2008, el grito cristero de “Viva Cristo Rey” se ha escuchado fuerte en las calles de al menos 20 ciudades. Ha habido manifestaciones “a favor de la vida” en Querétaro, Tampico, Nuevo Laredo, Xalapa, Veracruz, Guadalajara, León, Celaya, Guanajuato, Acapulco, Iguala, Taxco, Zihuatanejo, Chilpancingo, Tlapa, Durango, Morelia, Hermosillo, Toluca y DF.
Los sacerdotes y obispos de esas regiones convocan a dichas manifestaciones desde el púlpito y a través de las asociaciones civiles de católicos radicales. Así, grupos como los Caballeros de Colón, Caballeros de Malta, Provida, Ancifem y la Unión Nacional de Padres de Familia han acudido a tales concentraciones que, según reportes periodísticos, han reunido desde decenas, como en Taxco, hasta 5 mil personas, en Celaya. En muchos casos se entonó el himno a Cristo Rey de los cristeros: “¡Que viva mi Cristo! ¡Que viva mi Rey/ que impere doquiera triunfante su ley/ ¡Viva Cristo Rey, viva Cristo Rey!/ Mexicanos un Padre tenemos/ que nos dio de la Patria la unión/ a ese Padre gozosos cantemos/ empuñando con fe su pendón/...”.
Leyes divinas en constituciones terrenas
Los activistas católicos se sienten lastimados por la legislación capitalina que permite interrumpir el embarazo antes de la doceava semana de gestación, lo cual explica que se haya incrementado el número de manifestaciones públicas, afirma Édgar González Ruiz, autor de La última cruzada: de los cristeros a Fox; añade que “los cristeros son la raíz histórica del conservadurismo en México. De ellos brota el sinarquismo y luego el activismo de grupos como El Yunque, los Tecos, la UNPF, Provida, Caballeros de Colón”.
Y no les ha ido mal en su cruzada. Las legislaciones de Sonora y Baja California fueron reformadas a finales de 2007 para garantizar “el derecho a la vida desde la concepción y hasta la muerte natural”. En Chihuahua ya contaban con una ley similar desde los años 80. En los congresos de Morelos, Veracruz y Guanajuato hay iniciativas semejantes.
Manuel Ignacio Acosta es el diputado priísta que impulsó la ley anti-aborto en el congreso sonorense. Es cristiano evangélico pero se alió con grupos católicos locales, dice, para “proteger los derechos de los concebidos”. También cuenta que está en conversaciones con diputados locales de Sinaloa, Nayarit y Durango, interesados en promover en sus estados leyes del mismo corte.

En Sonora hubo un intenso cabildeo entre asociaciones de católicos radicales, los jerarcas de la Iglesia y los legisladores locales. “Nosotros comenzamos a reunirnos cuando vimos que la PGR y la CNDH habían interpuesto un amparo en la Suprema Corte por lo de la despenalización del aborto en el DF. Desde abril de 2007 empezamos a reunirnos con mayor frecuencia las agrupaciones en Sonora, para recolectar firmas y hacer una red a través de internet que abarcara el estado. También hablamos con el arzobispo José Ulises Macías Salcedo y con los diputados de PRI y PAN”, refiere Nancy Burrel, presidenta de Familia por Familia, grupo ligado a Red Familia, una de las asociaciones de católicos con más apoyo del alto clero mexicano.
Reclutamiento de los soldados de Dios
El estudiante Juan Pablo Reyes, el padre Rivera Díaz, el diputado sonorense Acosta y la activista Nancy Burrel son sólo algunos de los cristianos que consideran que sus ideas conservadoras deben estar plasmadas en las leyes del Estado laico. Pero otras decenas de miles —quizá un millón, como dice Rivera Díaz— de militantes de la causa de Dios se despliegan por el país para hacer avanzar la agenda social y política del conservadurismo; ésta incluye una negativa rotunda al aborto, eutanasia, uniones gay, y el uso del condón y otros anticonceptivos, así como la promoción de la instrucción religiosa en escuelas públicas.
A diferencia de los cristeros de los años 20, que empuñaron fusiles para resistirse a las restricciones en materia religiosa que impuso Plutarco Elías Calles, sus armas son la persuasión, la movilización popular y el cabildeo con gobernantes y legisladores. Despliegan una estrategia de reclutamiento de jóvenes en grupos parroquiales y colegios vinculados a órdenes religiosas. Así van conformando el ejército de creyentes que lucha por establecer “el reinado de Dios en la Tierra”. A Juan Pablo, por ejemplo, le echaron el ojo los lasallistas del Mier y Pesado, colegio donde estudió bachillerato. Lo invitaron a ir de misiones a pueblos paupérrimos de Veracruz, donde difundió la doctrina social cristiana, y le inculcaron las ideas que ahora defiende con vehemencia.
El modus operandi es casi siempre el mismo: en los colegios y parroquias reciben instrucción religiosa; luego son invitados a campamentos, retiros espirituales o peregrinaciones; más tarde asisten a misiones para difundir el Evangelio y, con el tiempo, participan en marchas anti-aborto, contra las uniones gay o en manifestaciones contra exposiciones artísticas que, a su juicio, ofenden la moral católica. Después o paralelamente son invitados por curas o líderes civiles a formar parte de grupos que difunden las creencias del catolicismo.
Estos grupos son semillero de asociaciones de carácter reservado, como El Yunque o los Tecos, donde les ofrecen formación que rechaza los principios del Estado laico. Los más aguerridos y fieles a la causa suelen ser quienes llegan a estas sociedades secretas. Otros participan en asociaciones públicas o semi-públicas, como los Caballeros de Colón, en donde los militantes van avanzando de acuerdo con su nivel de compromiso con la causa. Los jóvenes, por ejemplo, participan en los Escuderos de Colón; ahí, para avanzar tienen que reclutar a otros miembros, convencer a sus papás de que vivan el estilo de vida cristiano o bien acudir a marchas o manifestaciones para ir acumulando puntos que les permitan mejorar su escalafón dentro del grupo.
Con información de Sandra Romandía

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