sábado, 23 de noviembre de 2013

COMO NOS AFECTA EL RENCOR


Por Sebastián Alberoni

formarsegrupos.net

“Aferrarse a la ira es como agarrar un carbón caliente, con la intención de tirarlo a alguien más.

Tú eres el que se quema.” Buda
Ante una situación de conflicto, cuando el otro nos dice o nos hace algo que no nos gusta, tendemos a quedarnos con rencores, y nos suele costar mucho esfuerzo el poder dar vuelta la página de verdad. Si estamos transitando o intentando transitar un camino espiritual, puede ser que nos intentemos auto convencer de que ya no guardamos ningún rencor hacia nada ni nadie, podemos llegar a sentir que es así, pero luego de un tiempo vemos que ante cualquier cosa mínima que nos haga recordar a dicho evento o a dicha persona, el rencor vuelve a aparecer.

Una visión muy novedosa, sumamente simple y que nos puede ayudar mucho, es darnos cuenta de que si guardamos rencores, si nos quedamos con broncas, somos nosotros los principales perjudicados. Si tengo esos sentires en mi, los sentiré directamente en mi cuerpo, muy probablemente como un bloqueo o sensación fuerte de incomodidad en el plexo solar, que es justamente el centro energético o chakra relacionado con las emociones, que se ubica un poco por encima del ombligo.

Si no soy consciente de esto, si no practico la auto observación, puedo alimentar aun más estos sentires con mis pensamientos: pensamientos que justifiquen y lleven a más rencor y más separación, pensar en lo mal que hizo esa persona, en cómo pudo hacerme eso, pensar que nunca más quiero volver a acercarme a esa persona, etc. Llegados a ese punto, el malestar que sentiremos puede ser muy notorio. No solo se sentirá esta incomodidad en nuestro plexo solar, estas emociones y pensamientos disonantes también drenarán nuestra energía vital. En definitiva y en palabras simples, quedaremos hechos “un trapo de piso”.

Al hacernos conscientes de esto, nos daremos cuenta del poderoso hecho de que si de verdad soltamos los rencores, si de verdad aceptamos la situación y podemos ver al otro más allá de la ofensa, los principales beneficiados seremos nosotros, porque volveremos a sentir paz, volveremos a sentirnos libres por dentro, nuestro cuerpo se volverá a sentir relajado, ya no habrá bloqueos, nos sentiremos nuevamente con la presencia y la energía vital activa en todo nuestro cuerpo, especialmente en nuestro corazón. Tendremos más ganas de vivir, sentiremos dicha, entusiasmo, volveremos a estar conectados con nuestra Esencia.

Desde este nuevo lugar, será mucho más fácil comenzar a sentir verdadera aceptación hacía el otro y hacia la situación que me tocó vivir. Entonces, además de ser un regalo para mí, también será como consecuencia un regalo para el otro. Si por el contrario, hubiéramos encarado esta situación sólo desde el esfuerzo de querer aceptar al otro inspirados en el común conocimiento de que “perdonar es algo bueno”, sería un enfoque muy noble, pero que nos puede costar muchísimo esfuerzo, esfuerzo que puede terminar siendo infructuoso.

Desde este nuevo lugar, como se explica en la técnica del Ho’Oponopono, también podré ver más fácilmente cuáles fueron las causas internas mías que me ayudaron a vivir esa situación, o que me hicieron sentirme tan dolido con dicha situación. Generalmente las cosas nos pasan, y hay otro u otros involucrados, pero a la vez los dolores se aumentan por heridas no sanadas de nuestro pasado. Entonces estos hechos nos pueden ser de gran utilidad para auto conocernos mejor, para sanar y abrazar cuestiones pasadas. Desde esta visión el otro termina siendo un facilitador que nos puede estar mostrando algo a sanar.

Todo esto no significa que no podamos sincerarnos con la otra persona, decirle que su actitud nos ha hecho sentir mal, que nos hemos sentido heridos, que su obrar nos parece demasiado fuerte, que no esperábamos eso de ella/él, que nos damos cuenta de que nuestro dolor puede en parte verse aumentado por nuestras propias heridas del pasado, pero que de todas formas duele, o lo que sea. Por el contrario, el consejo es intentar siempre decir lo que sentimos, compartirlo con el otro, abrirnos al otro, tratando de que sea lo más posible desde el corazón. Es el miedo el que nos hace creer que es mejor cerrarnos y no decir nada, y es el Amor el que nos ayuda a abrirnos y compartir.

Puede ser que al sincerarme, sea la otra persona la que se ofenda. Hay personas que no tienen reparo en decir o hacer cosas fuertes, pero que no toleran escuchar el retorno. Además, ofenderse en esas instancias suele ser un mecanismo de defensa para evitar sentir remordimiento o hacerse cargo de las propias acciones. 

En ese caso, será el viaje de la otra persona el trabajar sus rencores. Pero si nosotros hacemos nuestro trabajo y podemos soltar nuestros rencores, es muy posible que se dé una nueva instancia en la que sea el mutuo entendimiento, la mutua comprensión, la que triunfe. Solo es cuestión de darle a las situaciones el tiempo necesario. Y según han dicho los sabios y maestros, el tiempo es, en últimas, parte de la ilusión, como así también la separación.

No nos aflijamos si de todas formas más adelante los rencores afloran de nuevo. En ese caso podremos aplicar de nuevo esta visión sanadora. Generalmente vamos creciendo en espirales ascendentes, pareciera que volvemos a pasar nuevamente por lo mismo, pero siempre estamos avanzando, sanando y evolucionando.

Autor: Sebastián Alberoni
Creador del Curso a Distancia: “Camino Espiritual Integrado”


viernes, 8 de noviembre de 2013

El hombre del nuevo tiempo ama la luz como a su vida misma, pues sabe que no es nada sin ella y que sólo en ella es posible vivir la plena realización, la real armonía, la total conciencia, así como el infinito amor por la creación.

EL HOMBRE DEL NUEVO TIEMPO


El hombre del nuevo tiempo ama la luz como a su vida misma, pues sabe que no es nada sin ella y que sólo en ella es posible vivir la plena realización, la real armonía, la total conciencia, así como el infinito amor por la creación.

El hombre del nuevo tiempo ama a su prójimo, pues ha aprendido que no está solo en la creación y que sólo en el amor, expresado en acciones de entrega a los demás, se vive la belleza del espíritu del Gran Promotor. Sabe en su corazón que la maravillosa energía de la voluntad se manifiesta en entrega, encontrando en la humanidad el terreno fértil para la realización del infinito servicio al que ha brindado su vida.

El hombre del nuevo tiempo ha reconocido sus capacidades ilimitadas y se ha entregado a la fuerza iluminadora del espíritu con humildad: da sin pedir nada a cambio, pero asimismo recibe del amor, lo que por su esencia en el mismo corazón comparte en silencio, pues ha aprendido que la mejor palabra es aquella que no se dice, sino sólo a través de la verdadera acción, en silencio.

Mas así como humilde es el hombre del nuevo tiempo un niño, pues cada acto, cada sonrisa, cada manifestación de él es poesía del espíritu que, libre, conecta con la música celestial del Divino Creador, inspirando sublimemente a la humanidad de este amado planeta, en el que el gran cambio ya ha comenzado a ser una realidad.

Mas así como niño el hombre del nuevo tiempo es anciano, pues lleva en él la experiencia de miles de años, la cual le ha servido para dejar atrás toda apariencia y, así, cristalino y con los pies descalzos, y tan sólo acompañado del profundo y verdadero amor, así como de la experiencia de este tiempo, se dispone a vivir aquello que ha sido destinado para él: la luz, la cual ha aprendido a manejar en sus múltiples manifestaciones, procurando en cada momento un efecto multiplicador de armonía, de equilibrio, así como de profundo y verdadero amor.

El hombre del nuevo tiempo ha aprendido que su mente es la gran herramienta que le permite focalizar la energía superior. Por tanto es él conciencia permanente de la luz que lleva dentro y de cómo ésta puede ser manifestada, regocijándose, así como en él, en el corazón de todos los hombres.

La luz del nuevo tiempo será, en su paz reinante, el símbolo de que el nuevo hombre ha comulgado con su Yo Superior, permitiendo que el sabio anciano manifieste con sublime perfección lo encontrado en su corazón. La luz del nuevo tiempo habrá apaciguado la furia de los elementos que, entregados al regazo de paz y armonía universal, habrán dado la lección de vida al hombre actual, quien forjado en la experiencia de miles de años, habrá aquietado su espíritu, permitiendo que lo que en él yace, exprese su perfección.

Así pues, esta luz habrá finalmente restablecido el equilibrio de Dubarín y Ená, así como de Atalot e Inimón. La luz habrá tomado una nueva forma en el hombre, pues su materia física ya no será la de antes, su ciclo vibracional habrá encontrado un nuevo centro motor en el corazón y ya no en la materia, haciendo del sentimiento puro su más grande ideal que, materializado en el amor, se manifestará en un mundo de armonía, donde hasta el silencioso correr del aire será cántico de alabanza a Dios.

La luz del nuevo tiempo será ciencia para el estudioso, guía del aprendiz, camino del buscador y puerto seguro del navegante. Finalmente, el hombre del nuevo tiempo habrá comprendido que así como él, todo yace en el regazo de la Eterna y Viviente Luz Interior. Así, la luz del nuevo tiempo será el medio y la meta en el hombre, pues como medio manifestará las opciones de cambio y como meta se realizará en ella.

Sólo la luz prevalecerá en pensamiento, en sentimiento y en acción, y así será, pues está escrito y dicho que el Reino de los Cielos regirá en el Nuevo Tiempo, donde los límites habrán desaparecido y las barreras serán recuerdo del pasado, pues las posibilidades habrán abierto fronteras ilimitadas que le permitirán alcanzar su verdadera esencia y procedencia Solar.

El hombre del nuevo tiempo, renacido en la luz de su corazón, habrá aprendido a saciar su apetito en conocimiento de causa y efecto, lo que le conducirá a reconocer al Cristo que en él mora y que, fundido como uno solo, habrá despertado en su verdadera procedencia cósmica, brillando como una nueva estrella en el firmamento.

El hombre del nuevo tiempo aprenderá a ver con ojos de ver y a sentir y escuchar al Profundo Amor en su corazón, pues es ahí que encontrará las verdades más grandes, los logros más maravillosos y donde los límites habrán desaparecido, las facultades despertado y el niño encontrado, el niño luz Cristo que mora en el corazón de cada hombre, esperando ser descubierto para crecer y llegar a la madurez del anciano ser, que con la luz de su propio ejemplo abre camino, siembra luz y cosecha virtudes.


Éste es el símbolo del hombre del nuevo tiempo, ésta es la base del principio del Bredam: lo limitado es ilimitado en los medios del amor. Lo subjetivo es objetivo en la luz del conocimiento, que en práctica de vida se convierte en sabiduría. El principio es el fin, nada comienza ni nada termina sin que obre de por medio el amor, y lo más cercano al amor que encontráis sois vosotros mismos.